Hace años que el videojuego dejó de ser un mero divertimento para convertirse en una de las industrias culturales más boyantes, además de en una fantástica plataforma desde la que lanzar mensajes y ganar influencia global. Y Arabia Saudí no tiene intención de … dejar pasar este tren. En apenas tres años, el Reino, a través de su fondo de inversión pública (PIF), ha llevado a cabo tres de las diez mayores adquisiciones de estudios de desarrollo en la historia de la industria del píxel y los botones.
La más reciente y llamativa ha tenido lugar esta misma semana, cuando se anunció que el PIF –con el apoyo de los fondos de inversión Silver Lake y Affinity Partners, firma dirigida por Jared Kushner, yerno de Donald Trump– había llegado a un acuerdo para hacerse con el control de Electronic Arts (EA). La empresa dueña de las franquicias deportivas ‘FIFA’ (ahora ‘EA Sports FC’) y ‘Madden’ o de la saga de corte bélico ‘Battlefield’ y del simulador de vida ‘Los Sims’.
La operación se consolidará, con casi total seguridad, a inicios de 2027. ¿El precio? 55.000 millones de dólares (46.802 millones de euros), lo que la convierte en la segunda más grande de la historia del videojuego. Bastante más de lo que Elon Musk pagó en 2022 por la antigua Twitter, o de lo que le costó a Microsoft adquirir LinkedIn en 2016. Según varios expertos en economía y videojuegos, la operación de EA, de la que Arabia Saudí ya era accionista, está fuera de mercado, por mucho que sea la propietaria de algunas de las licencias más atractivas para los jugadores
«Aquí no nos encontramos ante un simple movimiento financiero. El precio solo tiene sentido si se considera a EA no como una simple empresa de videojuegos, sino como un instrumento de influencia cultural. Eso es lo que el PIF está comprando realmente», explica en conversación con ABC Joost van Dreunen, profesor de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y uno de los analistas más reputados dentro de la industria del videojuego.
«Pan y videojuegos»
De acuerdo con los datos de Van Dreunen, la oferta de 55.000 millones de dólares supone un 20% más que el valor de mercado real de EA. Teniendo en cuenta que la compañía genera un flujo de caja anual (EBITDA) de unos 2.800 millones de dólares, esto significa que la operación valora a EA en 19,6 veces sus ganancias anuales, una cifra muy superior a lo habitual en la industria. Y también algo disparatada teniendo en cuenta la situación actual de Electronic Arts y sus previsiones de crecimiento, que se encuentran entre el 5 y el 7% hasta 2027.
Queda claro, las cuentas no cuadran; y eso es lo que hace que la mayoría de analistas consideren que lo que realmente busca Arabia Saudí con este movimiento es ganar influencia cultural global. Imagínese, por ejemplo, al Reino escogiendo las banderas virtuales que se muestran en los estadios de los futuros juegos ‘FIFA’; las celebraciones que pueden realizar los jugadores o el papel que desempeña el fútbol femenino. O los tipos de relaciones, familias y empleos que se pueden tener cuando alguien mete en la consola el disco de ‘Los Sims’. Y, además, como EA pasa a ser privada, los accionistas desaparecen de la ecuación. Y sin ellos, los dueños no tienen que dar explicación alguna por las decisiones editoriales que tomen en sus juegos. Pueden transmitir cualquier clase de mensaje que consideren oportuno a través de ellos. Y estos, además, no es que cuenten con pocos entusiastas. Ni mucho menos.
Fotograma de ‘Battlefield 6’, que llega a las tiendas este 10 de octubre
EA
Solo teniendo en cuenta las ventas en sistemas PlayStation, el ‘FC 25’ cosechó unas ventas entre septiembre de 2024 y el pasado julio de unas 20 millones de unidades. El título copó las listas de más vendidos de numerosos países occidentales, entre ellos, como viene siendo habitual, de España, donde año sí y año también el juego de fútbol por antonomasia es el rey del mercado. Se calcula, además, que las franquicias deportivas de la desarrolladora contaban en 2024 con una base de usuarios mensuales de 265 millones de personas, según Statista.
Van Dreunen también llama la atención sobre el potencial uso que puede darle el Reino a los juegos de EA para poner el foco en el país y tratar de proyectar al mundo una imagen positiva, poderosa y casi sin mácula. Algo que la distancie de las críticas por las violaciones de derechos humanos que tienen lugar en su territorio. «Nos encontramos ante la edición 2025 del viejo ‘pan y circo’ de los romanos. Arabia Saudí no necesita cambiar cómo se juega al ‘FIFA’ o al ‘Battlefield’, solo adaptar contenidos, colaboraciones y marketing para asociarlos con Arabia Saudí», dice el analista.
«Imagina campeonatos mundiales de ‘FIFA’ celebrados en Riad con becas para jóvenes, torneos de ‘Madden’ ligados a iniciativas deportivas saudíes o grandes competiciones de esports de ‘Battlefield’ con sede en el Reino. La estrategia es simple: usar el espectáculo y la participación masiva para que el mensaje viaje mucho más allá de la pantalla», prosigue el experto.
De Nintendo a Rockstar
En el plano económico, Van Dreunen pone como ejemplo el éxito de la desarrolladora de móviles Scopely con el popular ‘Monopoly GO!’. Lanzado en 2023, el juego se convirtió en un fenómeno mundial, superando los 2.000 millones de dólares en ingresos y más de 150 millones de descargas en apenas un año. Ese mismo año, el fondo soberano saudí PIF adquirió el estudio por más de 4.000 millones de euros, en la que fue la séptima mayor compra de la historia del videojuego. La operación se canalizó a través de Savvy Games Group, la división creada en 2021 para dirigir la estrategia saudí de inversión en el sector. En marzo de este mismo año, Scopely, gracias al músculo económico del PIF, se hizo con el control de Niantic, propietaria del popular juego móvil ‘Pokémon GO’ a cambio de más de 3.000 millones de euros.